martes, 11 de agosto de 2020

Capítulo 8





Ha amanecido, toda la familia está muy nerviosa. Augusto se prepara para el día más feliz de su vida. Con él están su padre y su hermana. Están contentos que el hombre haya elegido ese lugar para la celebración, eso lo hace más emotivo. Fernando parece la novia. Está muy nervioso. Se esmera en arreglarse. Siente que Francisco puede ser la solución a su vida y quiere estar especialmente guapo para él. Está ansioso y agitado, deseando que llegue el momento. Fernando es el primero en llegar a la boda. Al lado el resto de su familia. Sus sobrinos hacen de la suya y su madre los regaña. Augusto hace las preguntes habituales:
--¿¿porqué no llega Sofi? Tarda mucho.
A su lado, su padre lo abraza con una sonrisa. Fernando mira uno a uno a todos los invitados. Han pasado tantos años, tiene miedo de no reconocer a Francisco. Augusto no es el único que está nervioso por la espera. Fernando no deja de mirar a la puerta. Y aparece Francisco. Va solo y eso anima a Fernando. Muy informal, en tejanos. Como ha sido siempre, libre, haciendo lo que quiere. Informal y muy guapo. Fernando siente unas cosquillitas que le encantan. Francisco es muy seductor y es aún mas atractivo que antes . Es un pedazo de macho. Se sienta cerca de la familia. No hace ningún gesto que a Fernando le haya darse cuenta que lo recuerda, que puede tener algo con él. Comienza la ceremonia, los hijos de Carmen son los pajes y detrás de ellos Sofía del brazo de su padre. Los novios se miran muy enamorados. Fernando apenas escucha los votos matrimoniales, es en Jesús en quien piensa. Le gustaría estar con él. Durante las felicitaciones, Francisco lo saluda amistosamente, como si fuera un simple amigo de la familia. Fernando está desilusionado porque Francisco no se ha acercado a él para revivir su vieja historia de amor y lo que más le duele es que él mismo lo ve como un hombre cualquiera. Guapo, un gusto para la vista, un buen amigo que te alegra al ver pero no logra su objetivo de borrar a Jesús de su corazón. Francisco no sabe cómo acercarse a Fernando. Por eso aprovecha que Fernando va al lavabo para ir tras él. Orinando el uno al lado del otro, con sus herramientas sexuales-urinarias entre sus manos. Se miran con cara de sexo. Ambos quieren lo mismo. Recordar el pasado. Divertirse. Salen a dar una vuelta. Fernando camina al lado del que fuera un adolescente con el que compartió sus primeras caricias, sus primeros besos, sus primeros momentos de sexo. Han pasado muchos años desde la última vez que se vieron y ambos son ya hombres pero desean divertirse como aquellos adolescentes. Hacen un recorrido por el pasado. Ven la casa en la que nació la madre de Fernando y que ahora tienen nuevos propietarios. El cine en donde se conocieron que es ahora un bloque de pisos… El pueblo se ha modernizado y Francisco ya no le despierta amor. Se siente muy a gusto a su lado porque es agradable, simpático y guapo pero ya no hay sentimientos que no le pueda despertar cualquier amigo. 
--¿me acompañas a mi casa?
Pero Fernando desea tratar de resucitar sus sentimientos para olvidar a Jesús, por eso le dice que sí. Se besan nada más entrar. Francisco besa bien pero el amor no llega y eso que Fernando desea que ese hombre vuelva a despertar en él los mismos sentimientos del pasado.
--¿recuerdas la promesa que nos hicimos? No te he dejado de amar –le dice Francisco.
Fernando le gustaría poder decirle lo mismo pero no le quiere mentir así que se calla. Francisco se muestra seductor, desea hacer el amor con Fernando y a Fernando le parece una buena manera de no enfrentarse a la realidad, de no hablar. Francisco se muestra enamorado y contento.
--estar de nuevo contigo es un sueño –jadea.
A Fernando le sabe mal porque no siente nada especial. Es coger con un amigo, sólo eso. No siente nada especial, amor. No es cierto aquello que el primer amor nunca se olvida y le duele que así sea. Sigue adelante por placer carnal y porque hacer el amor con Francisco es casi una obligación con su pasado. Su corazón está cerrado para él, ahora es Jesús quien lo ocupa pero almenos el sexo le gusta, le entretiene y lo relaja. Se quedan los dos desnudos delante del otro. Los dos están bien calientes, Fernando tiene ganas que le echen un buen polvo. Lo necesita.. Francisco es guapo, lo tiene desnudo. Lo seduce, en el pasado le hizo sentir tantas cosas. Es el candidato ideal. El amor ha desaparecido, ya no queda nada de todo aquel sentimiento desbordante que los unió. Francisco es solo un cuerpo que le da el placer que no tiene y necesita. El placer que le gustaría que le diera Jesús pero a Jesús no piensa buscarlo sólo por sexo y Francisco está ahí dispuesto a complacerlo. 
--tenemos tanto de que hablar –jadea Francisco.
Están los dos desnudos el uno en brazos del otro, han satisfecho sus cuerpos pero no. Todo está muerto entre ellos. Almenos por parte de Fernando.
--No, no tenemos nada de qué hablar.
El fuego se ha apagado para siempre, ni volver a hacer el amor lo ha encendido. Fernando se viste decaído. Jesús está muy dentro de él y no sabe que hacer. Se va sin decir nada, dejando a Francisco desnudo y solo en la cama. Desconcertado, triste. 






Fernando regresa esa misma noche. En el tren llora desesperado. Nunca había sentido tanto amor como le ha despertado Jesús.

--¿porqué ha tenido que ser él?
No puede callar su dolor por estar amando al hombre que es odiado por toda su familia. ¿¿cómo podría tener una relación con él sin lastimar a los que más quiere? Su corazón está herido, le suplica que le busque pero Fernando no puede fiarse de él. ¿¿cómo creer que le va a responder, que si lo deja todo por él estará a su lado si se borró cuando su cuñado iba a hacer lo mismo?

Al cabo de dos días Fernando se reincorpora a su trabajo. No se puede resistir. Aprovecha la hora del desayuno para ir a buscarlo. Lo observa tras una esquina, a escondidas. No se atreve a acercarse a él. Es una tortura tenerlo tan cerca y no acercarse pero no ve que tenga sentido ir hacia él si no lo quiere en su vida aunque lo ame.
--lo acuso de jugar con los sentimientos de la gente y no puede ser yo quien juegue con él, le dije que me dejara en paz.  Pues que así sea.
Está enamoradísimo de él pero no tiene valor para dejar todo atrás, para lastimar a su familia. Sobretodo arriesgarse a perder a su familia. Antes no lo habría dudado, se habría entregado a Jesús con los ojos cerrados pero ahora no, no puede aceptar en su vida a ese amor que arrastraría a toda su familia. 
--¿Dónde se ha metido?
Fernando se ha dado cuenta que Jesús ha casi desaparecido. Lo va buscando.
--¿Dónde se fue?
Al girarse se encuentra cara a cara con un sonriente Jesús.
--¿me buscabas?
Fernando sonríe como si fuera un adolescente.
--no vayas a huir de mí –le dice Jesús tierno y simpático.
El corazón de Fernando y su mente están en plena discusión. Su corazón no está nada de acuerda con las decisiones que está tomando su mente. Fernando se siente feliz al estar cara a cara con su amado pero a la vez siente rabia por no poder entregarse a lo que está sintiendo.
--te invito a desayunar.
Jesús es muy galante pero Fernando rechaza, con mucho esfuerzo, la propuesta. Jesús insiste.
--acompáñame, tenemos que hablar, es importante. Tenemos que resolver de una vez por todas esta situación.
Jesús se muestra suplicante. Fernando tiembla al tenerlo tan cerca, al sentirlo. Al escucharlo. Jesús comienza a caminar y Fernando no se resiste. Le encanta su culo. Lo sigue. Van a un bar cercano. Jesús pide por ambos un par de cervezas. Ambos se la beben de golpe para relajarse. Los dos están nerviosos. Se miran con intensidad.
--esta incertidumbre me está matando y no puedo seguir así.
Jesús le habla con una ternura a la que Fernando no está acostumbrado y le conmueve.
--No sé a qué atenerme contigo, me estoy enamorando de ti y necesito saber qué sientes tú, que piensas, que pretendes de mí.
La ternura de Jesús casi lo vence pero piensa en su hermana, en sus sobrinos.
--No tiene caso que te diga lo que yo siento –repica Fernando con voz amarga—perdimos toda oportunidad de estar juntos desde el momento en el que te acostaste con el marido de mi hermana. Yo si buscara algo sería algo serio pero no poniéndome a toda mi familia en contra.
Fernando siente la enamorada mirada de Jesús sobre la suya. Con una voz que le golpea el alma al otro, Jesús le dice:
--¿en serio estás dispuesto a renunciar a la felicidad que yo te puedo dar?
A Fernando le cuesta mostrarse duro pero lo hace. Se levanta y le dice brusco:
--La culpa es tuya y no creo que me puedas hacer feliz sino todo lo contrario. Entre tú y yo no puede existir nada y no ha sido porque yo no haya querido. Ahora te quiero lejos de mi vida. 
No espera más y se va con el corazón deshecho. Jesús se queda destrozado. Llora por dentro. Fernando se siente destruido. Se encierra en el baño del bar. Renunciar a Jesús ha sido como morirse pero no puede construir su felicidad contra la desdicha su hermana. Es un sacrificio que le duele pero siente que merece la pena. Jesús se levanta. Se seca sus lágrimas y va hacia el lavabo dispuesto a no dejar las cosas así.







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