miércoles, 12 de agosto de 2020

Capitulo 16



Francisco duerme desnudo en la cama de Fernando. Duerme con una sonrisa. Fernando está despierto. Sentado al lado de la cama, en calzoncillos. 

--Tres horas… en tres horas dejaré de ser soltero.
Lo dice con frustración y tristeza. Es la víspera del que debería ser el día más importante y feliz de su vida y en cambio está triste. Casarse en un paso decisivo y da miedo hacerlo con la persona equivocada. Es un consuelo pensar que enviudará al poco tiempo y le hace sentir cruel. Francisco está entusiasmado, tiene la ilusión escrita en el rostro y eso es lo más importante para Fernando. Lo mira con ternura.
--Se está muriendo y gracias mí morirá feliz. Se lo merece
.


La primera claror de día indica que ya llegado el que debería ser el momento más trascendental de su vida. Fernando y Francisco se van a casar. Se visten juntos, el uno al lado del otro.
--Mi primer amor, no puedo creer que finalmente me case contigo.
Francisco está tan ilusionado pero Fernando no quiere hacerle notar su angustia, que va al altar por compasión y odio hacia Jesús. Llegan los dos juntos al Registro Civil. Allá los espera Carmen con sus hijos y su enfermero particular. También el padre. Nada más bajar del auto, Fernando se da cuenta, que en una esquina está Jesús mirándolo con odio y con rabia. El odio que ve en los ojos de Jesús le hace daño. Se sostiene del brazo de Francisco. No desea estropearle su día. Francisco sonríe está feliz. Camina hacia delante con Fernando a su lado, pero Fernando tiene la cabeza hacia el lado. Mirando a Jesús. Los ex amantes se miran a los ojos. Sus respectivos odios traspasan la piel el uno del otro. Ambos tienen que hacer un esfuerzo por no llorar, por no ir a buscarse. El amor y el odio traspiran por sus cuerpos. Fernando deja todo eso atrás y entra en el Registro Civil. Jesús no puede evitar que sus ojos se llenen de lágrimas.
--Se casa, se casa con otro.
Le duele que el único hombre al que ha amado le haya defraudado. Francisco mira a Fernando con cariño y le dice:
--¿estás listo?
Fernando suspira. Cierra los ojos y hace que sí con la cabeza. Se deja llevar por Francisco. Para darse empuje piensa en ese adolescente que descubrió el amor y en sexo con otro adolescente, el hombre que ahora será su marido. Piensa en sus momentos más bonitos que han compartido juntos para tratar de dar a ese trámite el mayor romanticismo posible. Se sientan ante el juez. Francisco sonríe a Fernando muy enamorado. Está feliz. Le agarra de la mano. Fernando se ha comprometido a cuidarlo y hacerlo feliz el tiempo que le quede de vida y eso es lo que va a hacer. Francisco suspira enamorado mientras el juez lee el acta y sus deberes y derechos. Fernando siente culpable porque no comparte la felicidad de Francisco, sólo piensa que debe hacerlo feliz los días que le queden de vida. Una tristeza grande y permanente lo acompaña durante toda la ceremonia. Por si no se encontraba ya suficientemente mal, le atormenta la presencia de Jesús. Está detrás del todo per no deja de mirarlo fijamente. Fernando tiene los ojos de Jesús clavados a su espalda. Si se giraba se encontraba con su mirada llena de dolor y de rabia. Carmen lo mira de reojo, ella está al lado de su nuevo amor y aunque no le gusta la presencia del amante de su esposo no dice nada, le duele pensar que su hermano se casa sin estar enamorado.
--yo los declaro unidos en matrimonio.
Francisco suspira enamorado. Fernando sonríe resignado. Cuando se gira, Jesús ya no está. El hombre ha abandonado el reciente, dolido y triste. Empieza a dar patadas y golpes en los árboles. Aúlla de dolor. Francisco y Fernando se besan ante la mirada de todos.
--gracias por hacerme tan feliz –Francisco.
Fernando no le dice nada, lo acaricia con cariño. Carmen y su enfermero particular se miran de una manera especial
.


Y se abre el baile nupcial, Francisco no se separa de Fernando. Su sueño se ha cumplido. Siente que ya se puede morir tranquilo aunque piensa dar la pelea. Quiere estar tranquilo, no quiere que su vida sea triste. Es feliz al lado de Fernando y desea disfrutar de todo. Carmen le susurra a su chico algo al oído. Tiene miedo pero desea darse una nueva oportunidad. La mujer deja a sus niños a cuidado de su padre y se pierde entre las habitaciones del hotel.
--tengo miedo –murmura ella.
--déjate llevar… --jadea él.
Carmen llora en brazos de su nuevo amor. Él la siente temblar. Es muy cariñoso con ella.
--¿estás segura?
Carmen hace que sí con la cabeza. Tiene miedo porque es la primera vez que se entrega a otro hombre que no es Manuel pero la vida le está dando una nueva oportunidad y no la piensa desaprovechar.










Jesús llega a su apartamento muy herido. Oye el ruido de la ducha.

--¿¿Manuel eres tú?
Necesita un buen desahogo. Se empieza a sacar la ropa. Entra en el baño con cara de sexo. Es Benito.
--No, Manuel no está.
Benito desnudo, su cuerpo lleno de jabón. Mira a Jesús con deseo. Lo ama y lo echa de menos. Lo mira con cara de decirle “¿yo no te puedo ayudar?”. Jesús lo mira con cara de responder: “pues claro que sí”. Jesús se acerca a Benito como una herida. Tiene un gran dolor en su alma. Se mete en la ducha con él. El agua va mojando el cuerpo de Jesús. Lo hace más brillante, eso enciendo aún más el deseo de Benito. Se besan ardientemente. Jesús sólo quiere un cuerpo para descargarse. Le da lo mismo uno que otro. Benito lo ama y le apetece estar con él aunque le duele que le dé igual uno que otro. Quisiera hablar con él, ayudarlo pero Jesús no le da opción. Lo pone cara a la pared, culo en pompa y lo monta con una brutalidad que lastima pero Benito es feliz en brazos de su amado aunque éste no se preocupe del placer del chico sino de su desahogo. Una vez, Jesús ha explotado sale de la ducha. No le da a Benito el placer de la revancha y el otro tampoco se lo pide. No quiere presionarlo. No le dice nada. Sale de la ducha todo desnudo, con una toalla se va secando. Benito lo mira con mucho deseo. Ama a ese hombre, siente una fuerte atracción hacia él. Le encanta verlo caminar desnudo. Le duele la presencia de Manuel, que ya no sea lo mismo las cosas entre ellos. Jesús tira la toalla al suelo y empieza a vestirse. Benito sale del baño en calzoncillos y secándose la cabeza. Mira con cariño a Jesús mientras se abrocha los pantalones. Jesús lo mira serio y le dice:
--No le digas nada de esto a Manuel.
-- claro que no, ya sabes que conmigo puedes contar en lo que quieras –le dice Benito con una tierna sonrisa.
Benito espera un gesto amistoso de parte de Jesús pero no es así. Agarra una cerveza de la nevera y se tumba en el sofá. A Benito le duele verlo triste. Acostarse con el chico ha relajado a Jesús pero no le ha quitado su amargura y a Benito le duele que así sea. Pese a la frialdad de Jesús, Benito se muestra afectuoso. En cuclillas al lado del sofá, le acaricia la mano:
--¿es por Fernando?
Jesús se levanta del sofá de un salto. Le duele mucho recordar a Fernando. Mira por la ventana. Su rostro es duro. Luego unas lágrimas deslizan por sus mejillas:
--Se casó… Se casó con el otro.
Jesús es un animal herido y Benito lo abraza. Quisiera decirle que nadie lo va a amar como él pero no se atreve. Sabe que no es lo que Jesús quiere escuchar en ese momento. Jesús se aparte de su amigo. Se seca las lágrimas.
--¡¡si él se casó yo haré lo mismo¡ ¡¡a ver qué cara se le pone cuando me case con Manuel¡
Jesús es todo rencor. A Benito le duele ver así a su amado. Trata que no se llene de odio:
--Si ya perdiste a Fernando, ¿qué ganas estando con el otro? ¿engañarlo? A ti no te interesa Manuel.
Pero ya es demasiado tarde. Jesús es todo odio:
--¡humillar a esa familia¡ ¡¡Fernando nunca me perdonó que yo estuviera con Manuel, que rompiera el hogar de su hermana¡ ¡¡pues ahora me tendrá que aguantar como el marido de su cuñado¡
Jesús siente una gran herida en su alma y sólo haciendo daño a Fernando se le pasa. Manuel llega en ese momento.
--¿Dónde estabas? Te buscaba… --le pregunta Manuel con celos.
Manuel ama a ese hombre y no se cansa de marcar su propiedad. Jesús se muestra todo lo cariñoso que no es con Benito:
--y yo te buscaba a ti.
Jesús besa a Manuel con un cariño y una ternura que hasta Benito cree que es sincero aunque sabe que no lo es.
--¿vamos a la cama? Me muero por hacer el amor contigo… --le dice Jesús coqueto.
Manuel y Jesús se encierra en el dormitorio. En seguida se oyen los jadeos de la pareja mientras Manuel clava su dura lanza en Jesús. A Benito se le sale las lágrimas. Se muere de los celos:
--Es una máquina… No se cansa nunca,
Y lo dice con tristeza. Le duele que Jesús sólo piense en sexo. Sabe que no es feliz, que lleva una vida amarga que trata de suplir con sexo a lo loco pero sin lograrlo. 



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