Francisco está tan feliz ante la idea de morir como esposo de Fernando que no puede creer que al fin, que de repente, Fernando haya aceptado su propuesta.
--¿me lo puedes repetir?
Fernando lo mira con ternura. Tampoco quiere que Francisco sepa que lo hace por despecho, que ama y sufre por otro.
--Lo que has oído, que me quiero casar contigo lo antes posible, que no quiero estar separado de ti, que hoy mismo te vienes a vivir a mi casa.
Hacen el amor para sellar su compromiso. Hacía días que no tenían ese tipo de intimidad. Francisco es un hombre feliz. Olvida que está a las puertas de la muerte y se dedica a vivir sus últimos días con alegría. Por el lado de Fernando, estar con Francisco aligera su dolor, distrae su pena. Francisco es muy dulce con él, lo trata bien. Lo gusta estar a su lado. Además Francisco lo quiere mucho, estar al lado de Fernando es lo que más desea así que a Fernando le va bien saber que está ayudando a un amigo a morir feliz. Se levantan los dos desnudos de la cama. Francisco empieza a hacer su maleta. Fernando se viste. Van hablando de la boda.
--vamos al Registro Civil ahora, a ver cuando nos podemos casar –Francisco.
--sí, vamos.
Francisco no se quiere mostrar ansioso pero él no puede esperar mucho. Fernando también tiene prisa. No quiere que Jesús se dé cuenta que piensa en él, que lo ama y sufre por él. Si Jesús tiene planes de boda pues él también. Saber que Jesús no podrá casarse porque Carmen no firma el divorcio y él sí es algo que le hace sentir un poco victorioso.
Con la maleta de Francisco, la pareja va al Registro Civil. Francisco ya tiene sus papeles y Fernando saca los suyos. La fecha de la boda queda fijada para dos meses a contar desde ese mismo día. A las 10 de la mañana. Francisco es feliz y Fernando se deja llevar por el odio. Además piensa que esa es la última voluntad de Francisco antes de morir y no le parece bien no darle el gusto no habiendo nada que lo impida.
Francisco y Fernando han mantenido a su familia al margen de su relación. Nadie de la familia de Fernando la conocía ni desde los comienzos y esa boda los ha tomado de sorpresa. El padre no dice nada. Nunca aceptaría a Jesús como parte de su familia por el daño que le ha hecho a su hija pero menos en eso nunca se metería en la vida de su hijo. Augusto aprovecha para anunciar que va a ser papá y no sabe si podrá viajar. Incluso propone que se casen en el pueblo. A Francisco le encanta la idea pero no a Fernando. Quiere que Jesús sepa de su boda. Si no fuera porque tiene miedo de que se presente con Manuel lo invitaría sólo para asegurarse que se entera. Carmen va mejorando poco a poco. Tiene a un lado a un enfermero particular. La atendió en la clínica y la visita, como amigo aunque él quiere algo más. Carmen no tiene ganas de iniciar una relación seria pero se deja querer. Incluso se le pasa por la cabeza la idea de firmar el divorcio. A Fernando le aterra la posibilidad de una boda entre Manuel y Jesús.
--¡no, no debes hacerlo¡
Fernando se muestra desesperado. A Carmen le sorprende darse cuenta que a su hermano le importa más su matrimonio que a ella misma.
--Es por los niños¿qué pensarán de su padre casado con otro hombre? –se justifica.
A Carmen cada vez le importa menos lo que haga su marido. Sólo le preocupan sus hijos. Siempre ha preferido pensar que en realidad nunca existió nada entre su hermano y el amante de su marido pero su actitud celosa le hacen ver que está equivocada. No se atreve a sacar el tema directamente aunque pregunta:
--No te casarás por despecho ¿no?
Carmen ha estado apunto de morir por la relación de Jesús y Manuel y Fernando no se perdona seguir enamorado. A Fernando le hierve la sangre el pensar que ama a quien tanto daño le hizo a su familia.
--No claro que no.
--el despecho no es razón para una boda –le advierte.
La enfermedad de Francisco es un secreto. Fernando piensa que en su caso es aceptable una boda para molestar a Jesús porque también hay una buena causa. Francisco y Fernando se ayudan mutuamente. Gracias a Fernando, Francisco morirá feliz y gracias a Francisco, Fernando no piensa tanto en Jesús y está seguro que podrá borrarlo de su mente y de su corazón para siempre.
Semanas después…
--¿me lo puedes repetir?
Fernando lo mira con ternura. Tampoco quiere que Francisco sepa que lo hace por despecho, que ama y sufre por otro.
--Lo que has oído, que me quiero casar contigo lo antes posible, que no quiero estar separado de ti, que hoy mismo te vienes a vivir a mi casa.
Hacen el amor para sellar su compromiso. Hacía días que no tenían ese tipo de intimidad. Francisco es un hombre feliz. Olvida que está a las puertas de la muerte y se dedica a vivir sus últimos días con alegría. Por el lado de Fernando, estar con Francisco aligera su dolor, distrae su pena. Francisco es muy dulce con él, lo trata bien. Lo gusta estar a su lado. Además Francisco lo quiere mucho, estar al lado de Fernando es lo que más desea así que a Fernando le va bien saber que está ayudando a un amigo a morir feliz. Se levantan los dos desnudos de la cama. Francisco empieza a hacer su maleta. Fernando se viste. Van hablando de la boda.
--vamos al Registro Civil ahora, a ver cuando nos podemos casar –Francisco.
--sí, vamos.
Francisco no se quiere mostrar ansioso pero él no puede esperar mucho. Fernando también tiene prisa. No quiere que Jesús se dé cuenta que piensa en él, que lo ama y sufre por él. Si Jesús tiene planes de boda pues él también. Saber que Jesús no podrá casarse porque Carmen no firma el divorcio y él sí es algo que le hace sentir un poco victorioso.
Con la maleta de Francisco, la pareja va al Registro Civil. Francisco ya tiene sus papeles y Fernando saca los suyos. La fecha de la boda queda fijada para dos meses a contar desde ese mismo día. A las 10 de la mañana. Francisco es feliz y Fernando se deja llevar por el odio. Además piensa que esa es la última voluntad de Francisco antes de morir y no le parece bien no darle el gusto no habiendo nada que lo impida.
Francisco y Fernando han mantenido a su familia al margen de su relación. Nadie de la familia de Fernando la conocía ni desde los comienzos y esa boda los ha tomado de sorpresa. El padre no dice nada. Nunca aceptaría a Jesús como parte de su familia por el daño que le ha hecho a su hija pero menos en eso nunca se metería en la vida de su hijo. Augusto aprovecha para anunciar que va a ser papá y no sabe si podrá viajar. Incluso propone que se casen en el pueblo. A Francisco le encanta la idea pero no a Fernando. Quiere que Jesús sepa de su boda. Si no fuera porque tiene miedo de que se presente con Manuel lo invitaría sólo para asegurarse que se entera. Carmen va mejorando poco a poco. Tiene a un lado a un enfermero particular. La atendió en la clínica y la visita, como amigo aunque él quiere algo más. Carmen no tiene ganas de iniciar una relación seria pero se deja querer. Incluso se le pasa por la cabeza la idea de firmar el divorcio. A Fernando le aterra la posibilidad de una boda entre Manuel y Jesús.
--¡no, no debes hacerlo¡
Fernando se muestra desesperado. A Carmen le sorprende darse cuenta que a su hermano le importa más su matrimonio que a ella misma.
--Es por los niños¿qué pensarán de su padre casado con otro hombre? –se justifica.
A Carmen cada vez le importa menos lo que haga su marido. Sólo le preocupan sus hijos. Siempre ha preferido pensar que en realidad nunca existió nada entre su hermano y el amante de su marido pero su actitud celosa le hacen ver que está equivocada. No se atreve a sacar el tema directamente aunque pregunta:
--No te casarás por despecho ¿no?
Carmen ha estado apunto de morir por la relación de Jesús y Manuel y Fernando no se perdona seguir enamorado. A Fernando le hierve la sangre el pensar que ama a quien tanto daño le hizo a su familia.
--No claro que no.
--el despecho no es razón para una boda –le advierte.
La enfermedad de Francisco es un secreto. Fernando piensa que en su caso es aceptable una boda para molestar a Jesús porque también hay una buena causa. Francisco y Fernando se ayudan mutuamente. Gracias a Fernando, Francisco morirá feliz y gracias a Francisco, Fernando no piensa tanto en Jesús y está seguro que podrá borrarlo de su mente y de su corazón para siempre.
Semanas después…
Cada vez se acerca más le día de la boda entre Francisco y Fernando. Fernando está aterrado porque en una semana será ya todo un hombre casado. Jamás pensó en la idea de casarse y menos con Francisco y en esas circunstancias. Le da miedo pensar que tengan que estar siempre juntos pero luego piensa que será por poco tiempo y eso aligera su pena pero a la vez le crea culpa. Piensa en lo cruel que es casarse porque sabe que su futuro esposo no tiene futuro y es que sabe perfectamente que ni por despecho se casaría con Francisco de no saber que le queda poco tiempo. Pese a todo el rencor que siente hacia Jesús no sería capaz de unirse para siempre a un hombre que no ama. Le duele pensar eso pero en el fondo la desgracia de Francisco lo ha beneficiado. Es un consuelo estar con él. Nadie de su entorno sabe de la enfermedad, cree que es una boda por amor y el hecho que la gente crea que se ha olvidado de Jesús, que no fue nada serio realza su orgullo herido. Le asusta que el día se vaya acercando pero a la vez le satisface pensar que Jesús llegue a saber que se casó para que crea que no fue nada importante, para sentir que Fernando hizo con él, lo mismo que Jesús ha hecho con tantos otros.
Esa tarde, Fernando y Francisco van al restaurante en el que se hará el banquete de su boda. Ahí se encuentran a Jesús y Manuel. Por la manera en la que se miran Jesús y Fernando, Manuel y Francisco se dan cuenta que entre ambos hay una historia de amor y dolor. Es por eso que Manuel abraza a Jesús y Francisco a Fernando con orgullo para marcar propiedad y aprovechar para atormentar al otro.
--así que te casas¡que alegría¡ ¡Supongo que estamos invitados¡ ¡¡Cuando nos casemos nosotros también te invitamos¡ --Manuel.
--No, no estás invitado. A mi me da igual pero Carmen estará más tranquila sin ti.
Francisco y Manuel van haciendo mimitos a sus parejas, Fernando y Jesús se miran cada vez con más odio. Jesús extiende su mano a Francisco para darle la enhorabuena pero con ironía le dice:
--una recomendación amigo, agáchate un poco cada vez que pases por una puerta porqué te dejará la cabeza bien adornada.
Francisco tiene intención de lanzarse sobre Jesús pero Fernando prefiere agarrarlo del brazo y llevárselo de allá. Jesús sigue escupiendo odio:
--¡Os deseo toda la suerte que os merecéis…¡ --dice Jesús con ironía.
Ya desde la puerta, Fernando se gira para mirar a Francisco. Lo fulmina con la mirada. Jesús lo mira burlón. El corazón de Fernando parece una olla a presión. Se estremece de amor y de odio. No sabe bien si desearía escupirle en la cara, besarlo o las dos cosas. Lo odio, la habría ahorcado.
--¿¿¿Cómo ha podido ser tan importante en mi vida un miserable como ese?? –se pregunta para sí.
Con miedo de la respuesta, Francisco le pregunta:
--¿qué pasa con ese negro?
--¡¡es un desgraciado, está podrido por dentro¡ ¡¡lo odio, ojalá no lo hubiera conocido¡
Debajo de tanto odio, Francisco sabe leer el amor y eso le duele. Fernando siente que Jesús ha sido una maldición para él. Lo ha dejado muy herido y por eso no puede volver a enamorarse. Si una vez amó a Francisco está seguro que podría haberlo hecho de nuevo de no ser por Jesús. Siente como si lo hubiera envenenado por dentro y ahora sea incapaz de amar. Pero esta decidido, se casará con Francisco. Fingirá ser feliz a su lado el poco tiempo que dure su matrimonio y aunque sea a la fuerza está decidido a arrancar de su cuerpo las marcas que ha dejado Jesús. Francisco no quiere pensar en nada, prefiere vivir en un mundo de mentira el tiempo que le quede, ser feliz al lado de Fernando aunque sepa que no lo ama. En la cama sabe que no piensa, se deja dominar. Sus cuerpos desnudos se dan placer y eso los relaja. Fernando se levanta de la cama aprovechando que Francisco se ha quedado dormido. Se mira preocupado. El fatídico día se acerca y eso lo tiene angustiado pero está decidido a dar el paso. A Jesús le molesta que se case, lo ha notado por su actitud. No cree que su actitud sea por amor sino por orgullo.
--A saber que debe pasar por su mente enferma. Me imagino que debe ser su ego de macho herido. No debe soportar que lo haya puesto en evidencia. Aunque a penas nadie supiera de lo nuestro pues casándome hago pensar a la gente que nuestro idilio fue un simple rollete de los muchos que él ha tenido y eso seguro que le duele.
También le duelen a Fernando pensar que para Jesús él no fue nada importante.
Manuel duerme desnudo en la cama que comporte la pareja. Jesús se levanta en bolas. Sale de la habitación. Da un puñetazo a la pared. Se le escapa alguna lágrima. Está herido y furioso porque su amado se casa con otro.
--¡¡maldito, maldito sea¡
Lo culpa por amarlo, lo culpa porque siente que se burló de él. Cae en el piso llorando amargamente
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