Fernando, un guapísimo hombre de poco más de treinta años, está saliendo de la ducha. Se mira al espejo. Su cuerpo totalmente desnudo. Se ha ducha una buena ducha fría pero eso no baja su calentura. Está muy sofocado. Se prepara para ir al trabajo pero sólo es capaz de pensar en una cosa. Más bien una persona. Se lo reclama así mismo:
--Venga, Fer, que no eres un adolescente. No puedes estar pendiente de si lo ves o no. No puedes seguir inventándote excusas para salir en la calle con la esperanza de verlo. El trabajo es el trabajo. No puedes seguir arriesgándolo por una tontería.
Fernando sabe que en algunos momentos se está comportando como un adolescente pero es que él le está haciendo sentir así.
--Jesús se va a dar cuenta… Y eso te va a complicar las cosas.
A Fernando lo que más le importa es que sus sentimientos no se vean descubiertos. Es consciente que si Jesús le provoca, se le insinúa pueda llegar a cae en sus brazos y no es lo que quiere.
--No puedo permitir que me use como un desahogo, es lo que le gusta a él. Uno y otro y no se compromete con nadie. No dudo que yo pasaría el mejor momento de mi vida pero no. No es lo que quiero.
Lo único que lo “salva” es que Jesús piensa que lo odia por un problema del pasado con su familia y no se atreve a atacarlo directamente.
--¡no puedo olvidar que se acostó con el marido de mi hermana¡ ¡¡casi rompió una familia¡
Fernando se repite una y otra vez que no debe pensar ni sentir cosas por ese hombre pero su cuerpo lo delata. Cierta parte de su cuerpo lo delata y eso angustia a Fernando. Lo hace sentir mala persona. No le gusta estar atraído por alguien que tanto daño le hizo a su hermana. Se estremece todo al pensar en él. Siente que no puede más, que desea lanzarse a brazos de ese guapísimo hombre y olvidarse de todo. Han sido amigos en el pasado. Han hecho deportes juntos. Han estado ellos dos y el cuñado desnudos en la ducha. Fernando se sofoca al recordar el cuerpo desnudo del otro que conoce a la perfección. Ha sentido sus labios tan cerca… Incluso en algún momento llegó a creer que pasaría algo entre los dos.
--¡¡pero lo prefirió a Manuel¡
Siente rabia y celos. Siente un gran dolor aquel día que su hermana entre lágrimas le contó que había encontrado en la cama a su esposo con ese amigo. Fernando tuvo que consolar a su hermana sin que se le notara sus sentimientos de rabia.
Fernando llega a su casa en la noche. Vive solo en un pequeño estudio. Las paredes se le caen encima. No ha visto a Jesús y eso lo tiene muy alterado.
--¡tengo que dejar de pensar en él¡¡ ¡¡me va a volver loco¡
Interrumpe sus pensamientos el sonido de teléfono.
--si viejo dime.
Su padre desea que se reúnan todos en la casa.
--pero ¿pasa algo?
--No tu hermano quiere comunicarnos algo… Tenemos que estar todos.
--Está bien. Ahí estaré.
Fernando adora a su familia, a sus sobrinitos pero siente unos celos enormes cada vez que ve a su cuñado.
--No entiendo como Carmen lo perdonó a Manuel
Sabe que fue principalmente por los niños. La mujer prefirió “olvidar” que encontró a su esposo en la cama con otro hombre pero Fernando no ha podido volver a tener una relación de confianza con su cuñado. A ojos de todos es por lo que le hizo a la hermana, pero él sabe que lo que le duele es que no le perdona que se haya acostado con el hombre que él quiere.
En las reuniones familiares, Fernando prefiere mantenerse un poco al margen para no crear tensión. No se junta mucho con Manuel y está pendiente de sus dos sobrinitos, de su padre. Fernando abraza a su hermano:
--qué sorpresa nos tienes preparada ¿Augusto?
Augusto le guiña el ojo a su hermano:
--ya lo verás.
Augusto va de la mano de su novia Sofía:
--¡nos casamos¡
Después de la alegría del momento, de la emoción, el recuerdo del pasado los embarga. Sofía es del mismo pueblo que la madre de los hermanos muerta hace muchos años. Desde que muriera la madre ninguno de la familia quiso pisar ese pueblo. La casualidad ha querido que Augusto se enamorara de una chica de ese lugar.
--Nos queremos casar allá. Espero que no les moleste –dice Sofía con cierta timidez.
Todos están de acuerdo. Augusto se dirige a su hermano y le dice:
--Me acuerdo mucho de Francisco . Me gustaría invitarlo a la boda. Era muy amigo tuyo ¿recuerdas donde vive?
Los recuerdos se apoderan de Fernando. Sonríe con cierta nostalgia:
--si, como olvidarlo –murmura.
--¿y te acuerdas de donde vives?
Han pasado tantos años. Francisco ha quedado en el pasado, pensó que ya no lo volvería a ver.
--si claro que lo recuerdo… --piensa con una pícara sonrisa—ahí se la mamé muchas veces-
Francisco fue el único hombre de su vida durante los primeros años de su actividad sexual. Prometieron que se verían cada año. Fernando esperaba con ilusión la llegada del verano, la muerte de su madre hizo que incumpliera esa promesa y Francisco no hizo nada para verlo.
--No tengo bastante con lo que me hace sentir Jesús como para volver a ver a Francisco –piensa.
Por un lado no le hace gracia la idea de tener que volver.
--¡ya es mala suerte que mi hermano se buscara una novia precisamente de ahí¡ --va pensando.
Pero del otro lado… el primer amor es el primer amor.
--Ver a Francisco reabrirá viejas heridas y eso hará que olvide a Jesús --va pensando Fernando, mientras su hermano habla de la boda, no deja de pensar en cómo será su encuentro con su primer amor después de años. Empieza a verlo como una solución a sus problemas actuales. Confía que sus sentimientos hacia Francisco borren lo que está sintiendo por Jesús.
--aunque espero que no sea peor el remedio que la enfermedad –dice para sí ya que no sabe qué ha sido de Francisco y qué consecuencias podrían traer un romance con él.
Fernando vuelve a su casa con sentimientos encontrados. Piensa en Francisco , trata de recuperar sentimientos del pasado pero por otro lado sabe que es una tontería que tenga ilusiones de tener algo con él cuando hace mucho que no sabe de él. Quiere pensar en Francisco pero Jesús es el único que ocupa sus pensamientos.
--¡¡sólo busca a los hombres para cogérselos y luego olvidarlos¡
Siente celos, rencor.
--¡no puedo olvidar el daño que le hizo a mi hermana¡ ¡¡Es un coleccionista de camas, de hombres¡ ¡¡le da igual hacer daño¡ ¡¡a saber en medio de cuantos matrimonios se ha metido¡ ¡¡por eso seguro que no se fijó en mí porque no le haría daño a nadie¡
Eso es lo que más rabia le da, que en ningún momento Jesús mostró que tuviera algún interés en querer acostarse con él.
--¡¡y mejor para mí¡ ¡¡yo no quiero ser una víctima más de él¡ ¡¡una pieza para su colección, que tirará cuando ya la ha usado suficiente¡¡
Pensar en Jesús lo excita demasiado. Se da una buena ducha fría pero cuando sale sigue ardiente. Desnudo frente al espejo, se mira. No deja de pensar en qué vio en su cuñado que no le despertó él. Se reclama sus sentimientos.
--¡No, no puedo seguir pensando en él¡ ¡¡debo pensar en mi hermana, en mis sobrinos¡ ¡¡les debo respecto y no puedo pretender querer algo con el que casi rompe esa familia¡
Fernando vive momentos de alegría, otros de ansiedad y algunos de normalidad. Jesús le vuelve loco. Le gusta verlo aunque sea a distancia pero le duele saber que es un imposible, que Jesús no quiso nada con él y que no podría tener algo con ese hombre sin lastimar a su familia. Siente como si Jesús fuera una droga, le da un fuerte subidón cuando lo ve y baja después. Le gusta verlo pero también lo lastima.
--¡esto no puede seguir así, tengo que dejar de pensar en él¡ --no deja de repetirse.
Siente muchas cosas con él, cada vez más.
--Ya hace demasiado tiempo que dura esto, parece que no vaya a acabar nunca. Tengo que frenarlo –se reclama.
Fernando siente una fuerte atracción hacia Jesús, está fascinado, cada día le gusta más. Lo echa de menos cuando no lo ve, necesita verlo más y más. Necesita estar con él y eso lo asusta. Teme no dominar la situación y tiene miedo de cómo puede acabar todo. Jesús es persona nom grata en su familia. Ni siquiera se puede decir su nombre, ¿cómo puede él llegar entonces y decir que lo amo?
--Francisco es mi única alternativa –piensa—que verlo reactive el fuego que nos unió en el pasado, que sea cierto eso de cuando hubo fuego…
Fernando tiene la ilusión que ver a Francisco haga revivir la frescura e intensidad del primer amor y que eso borre a Jesús de su vida para siempre
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