Jesús se levanta de la cama totalmente desnudo. Benito nunca se ha preocupado de sus sentimientos y no entiende el cambio.
--¿A que viene esa pregunta?
--Te lo noto en la mirada, tienes cara de enamorado.
Jesús se empieza a vestir.
--¿te vas?
--Si, quiero que me dé un poco el aire.
Jesús se muestra distante.
--Es para no responderme. Entonces tengo razón.
Jesús no quiere que Benito le haga una escena de celos.
--tu y yo somos amigos… No lo olvides.
Jesús es algo brusco con él. Benito ha vivido ese idilio con intensidad y le duele que Jesús lo trate como si no hubiera pasado nada.
--Pero vivimos juntos…
Jesús se abrocha los pantalones:
--Me gusta coger contigo a todas horas pero jamás te prometí nada, quedamos que en cuanto yo quisiera te largas de mi casa.
Jesús no le da más explicaciones y sale del apartamento dejando al chico algo triste. Jesús tiene el cuerpo satisfecho, Benito le da todo el sexo que necesita y se siente pleno en ese sentido pero por dentro está vacío y sólo Fernando podría llenarlo. Le duele que Fernando lo rechace, que no quiera saber de él.
--¡¡pues que ni piense que le voy a ir detrás¡
Está herido y una lágrima asoma por sus mejillas.
Los días van pasando y Jesús cumple con su palabra y Fernando no sabe si debe sentirse feliz o desgraciado. Si reír o llorar. Desde ese cara a cara que tuvieron en la calle, Fernando no ha vuelto a saber de él. Y le duele.
--Es lo mejor, así tiene que ser. Yo mismo se lo pedí –dice para auto-convencerse que no pasa nada.
Pero le duele y lo echa de menos. Una lágrima asoma por sus mejillas siempre que piensa en él. Lo ama y le duele no tenerlo. Almenos le consuela saber que no pone en peligro a su familia, que puede disfrutar de sus sobrinos sin tener que reclamarse el estar con el hombre que casi destruye ese hogar
Después de una buena ducha, Fernando se observa desnudo frente al espejo. Se acaricia los labios. Se estremece al recordar el sabor de los labios de su amado que tiene tan presente pero a la vez siente tristeza porque está separados.
--una semana, hace una semana que mis labios saborearon los tuyos--murmura mientras se los va acariciando.
Tiene grabado a fuego ese sabor en sus labios y no desea que nadie más los toque.
--Mis labios están secos, lo añoran pero otros besos me quemarían.
No quiere besar a ningún otro, desea que sean los labios de Jesús quienes mojen los suyos. Desea tanto volver a verlo. Lo echa de menos. Se viste para ir al trabajo con una sonrisa.
--¡lo voy a buscar¡
No sabe porqué, no sabe para qué. Necesita verlo.
Fernando, al cabo de un rato, está en su oficina. Pendiente por si hace falta comprar algo.
--Si no cuando salga a desayunar.
Se hace voluntario para ir a comprar al estanco. Elige el que está al lado de correos. Jesús está saliendo en ese momento de la oficina de Correos. Para Fernando es como una aparición, le encanta verlo aunque no tiene tiempo de reaccionar. Fernando lo contempla a Jesús hechizado pero Jesús pasa sin mirarlo. Le duele que Fernando no quiera nada con él y decide mostrarle indiferencia. A Fernando le hubiera gustado mirarse en sus ojos.
--¿porqué tiene que ser todo o nada? –dice Fernando para sí.
Aunque fue el propio Fernando el que le pidió que no le molestara tampoco esperaba que le obedeciera tan al pie de la letra. Fernando se resigna a que nunca su amor por Jesús se vea realizado.
--Bueno, lo mejor es que me rechace para así yo poder olvidarlo…
Fernando tiene sentimientos encontrados dentro de él. Ese beso le quema las entrañas. Lo ama a Jesús:
--ha sido hermoso enamorarse de él.
Pero es un amor que le traería demasiados dolores de cabeza, que llenaría de tristeza a su familia:
--pero no merece la pena, Jesús le ha hecho demasiado daño a mi familia pero lo mejor hubiese sido que jamás aparecido en mi vida.
Fernando regresa a la oficina abatido. Quiere arrancarse a Jesús tanto de su corazón como de sus pensamientos pero lo tiene metido en la piel, en la sangre. Aunque le duela nunca se atrevería a enfrentarse a su familia por su hombre y tampoco está seguro que Jesús le fuera a responder si lo hiciera.
--Jesús ha salido de mi vida.
Y lo ha hecho a pesar del propio Fernando que le duele que las cosas así. Le duele que Jesús no quiere acercarse a él.
--Yo se lo pedí… pero me muero por él.
Fernando se hunde en su butaca. Hace como si estuviera revisando unos documentos pero es Jesús el que ocupa sus pensamientos. Quiere olvidarlo, pero no puede.
--Como olvidarlo si es el amor de mi vida –murmura entre susurros.
--pero no merece la pena, Jesús le ha hecho demasiado daño a mi familia pero lo mejor hubiese sido que jamás aparecido en mi vida.
Fernando regresa a la oficina abatido. Quiere arrancarse a Jesús tanto de su corazón como de sus pensamientos pero lo tiene metido en la piel, en la sangre. Aunque le duela nunca se atrevería a enfrentarse a su familia por su hombre y tampoco está seguro que Jesús le fuera a responder si lo hiciera.
--Jesús ha salido de mi vida.
Y lo ha hecho a pesar del propio Fernando que le duele que las cosas así. Le duele que Jesús no quiere acercarse a él.
--Yo se lo pedí… pero me muero por él.
Fernando se hunde en su butaca. Hace como si estuviera revisando unos documentos pero es Jesús el que ocupa sus pensamientos. Quiere olvidarlo, pero no puede.
--Como olvidarlo si es el amor de mi vida –murmura entre susurros.
Fernando piensa en Jesús en la mañana al levantarse y en la noche al acostarse. Se mete en la cama, va en calzoncillos. No deja de susurrar el nombre de su amado y suspirar. Muchas veces tiene que controlar sus impulsos, sus ganas de buscarlo, de llamarlo, de ir tras él.
--No, tengo que ser coherente conmigo mismo o lo voy a volver loco y de paso enloqueceré yo también.
Desea amarlo, estar con él pero no desea provocar una situación incómoda, hacer daño a su familia. Se tumba en la cama:
--me está matando, este amor me está matando.
Se vuelve a levanta. Abre la ventana. Está muy sofocado y necesita sentir frío.
--tengo que olvidarlo.
Pero le es del todo imposible. Suspira enamorado.
--Lo amo cada día más.
Es un amor que tiene muy dentro de él.
--Aunque sea imposible tengo que dejar de pensar en él.
Es un amor que lo llena de angustia. Tiene una esperanza. Es una solución drástica pero es la única que le ve:
--Francisco…
Quedan dos días para la boda del hermano de Fernando y en pocas horas pisará de nuevo el pueblo de su madre.
--Me reencontraré con él después de tantos años…
Es un amor que quedó en el pasado. No sabe si Francisco se acordará de él pero confía en que sea cierto eso que el primer amor nunca se olvida y pueda borrar a Jesús de su mente y ese amor que le hace tanto daño. Se viste. Se le ha ocurrido algo. Va a casa de su padre. Sabe que su madre, que en paz descanse, nunca tiraba nada. En el desván una caja con sus recuerdos de juventud. Algunas cartas, fotos y otros regalos de Francisco. Los guarda en una foto y se los lleva a su casa para verlos una y otra vez. Desea alimentar ese amor que nació de él hace 20 años. Desea ir al pueblo de su difunta madre con los sentimientos hacia Francisco bien vivos. Salen al día siguiente. Está emocionado por volver a ese pueblo y nervioso por encontrarse a su primer amor. Está dispuesto a lanzarse a sus brazos para olvidar a Jesús.
El regreso al pueblo se desarrolla tal y como tenía prevista. Llega Fernando con su padre, con su hermana que lleva a sus dos pequeños. Todos están emocionados por reencontrarse con los recuerdos del pasado. No pueden evitar que se les escape alguna lágrima por el recuerdo de esa madre, de esa esposa que ya no está. Además para Fernando es especialmente emotivo porque en ese pueblo conoció el amor, y el sexo, por primera vez. Contempla esas calles que le traen recuerdos de esos dos adolescentes y amigos con ansias de vivir de prisa, de conocer todos los secretos del amor, del sexo en especial. Fernando está muy ansioso porque sabe que en cualquier momento puede encontrarse cara a cara con su pasado. No sabe nada de él.
--¿qué habrá sido de ti?¿como te habrá tratado el tiempo?
Son preguntas que no deja de hacerse y que le tienen muy alterado. Su propósito de alejar a de Jesús de sus pensamientos, almenos por el momentos, funciona aunque sabe que es una locura porque no tiene ni idea de su Francisco lo recuerda o sigue libre.
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